En las puertas de una planta de Gregorio de Laferrere por la intención de impedir la distribución de combustible.
Las imágenes sirven para el regodeo de TN que alentó la disputa y el desabastecimiento desde días anteriores y ya anuncia que “esta noche en a Dos Voces habla Moyano”. La gente putea en las estaciones de servicios y más grave, empieza a faltar gas e insumos básicos en localidades azotadas por las bajas temperaturas, mientras en los estudios de la televisión porteña desfilan opositores y oficialistas dando su parecer y versión de las cosas.
Esta noche misma van a haber cientos de miles de hogares argentinos con incertidumbre sobre lo que va a pasar mañana y también en los días por venir. El país se sumerge entonces en un nuevo conflicto en el que los argentinos son tomados como rehenes y no tienen posibilidad de cambiar la realidad, sólo de sufrirla.
Indigna que se llegue a esta situación, sobre todo porque desde la propia condición de sindicalista asisto al bastardeo de las herramientas de presión, de fuerza y de protesta que históricamente hicieron fuerte al movimiento de trabajadores en la Argentina.
No sé cuántos sindicalistas se van a manifestar en contra de la actitud de los Moyano apostando al desabastecimiento del pueblo para conseguir sus “legítimos reclamos”, pero aquí voy con el compromiso que asumimos como organización desde hace ya algunos años y que mantenemos sobre todo, en momentos difíciles como los que se comienzan a ver ahora.
Esto que está pasando hoy se sabe desde hace tiempo. El momento ha llegado y bien está que así sea, que se blanquee un conflicto mudo y sordo que viene desde antes de la muerte de Néstor Kirchner.
Ayer Moyano fijaba el piso de la discusión salarial, cuando todos los trabajadores pedíamos más, el pedía menos, ahora cuando las negociaciones rondan el 24 por ciento él pide el 30 con una evidente intención de generar el conflicto y el choque con un Gobierno del que fue uno de los principales beneficiarios. Es decir, es evidente que el paro, la protesta, la provocación y los mensajes de los medios de comunicación opositores centra el conflicto en lo político, no en lo gremial. Hace tiempo que Moyano pone la discusión entre el Gobierno y la CGT en el terreno de la puja de poder político y las acciones de hoy se corresponden las amenazas que venía blandiendo desde que no le dieron los lugares que pretendía en las listas de candidatos de 2011.
Es verdad que el conjunto de organizaciones que nuclea la CGT es, en sí mismo, un factor de poder concreto y que sin dudas la articulación con un determinado Gobierno potencia las posibilidades de concretar reivindicaciones de los trabajadores. De hecho eso sucedió durante todo la administración de Néstor Kirchner y parte del de Cristina. Hubo paritarias como nunca antes y se levantó el nivel de empleo y, particularmente Moyano fue el gran beneficiado con el manejo de la caja de las obras sociales. Ahí siempre su sindicato estuvo primero en la fila al momento de cobrar los fondos de las altas complejidades y las obras sociales más chicas siempre fuimos furgón de cola a pesar de que las prestaciones se continuaron dando al 100 por ciento.
Los líderes fundadores de la CTA se fueron de la CGT buscando la verdadera democracia sindical y alumbró un nuevo tipo de sindicalismo en el que definía un nuevo sujeto social con raigambre sindical pero también abierta a los movimientos sociales que aparecieron durante el tornado liberal de los 90. Ahí también estuvo Moyano desde el MTA y mantuvo una coherencia que hoy ha desaparecido tal vez cegado por futuras posibilidades de llegar al poder político gobernante, algo que muy difícilmente se concrete.
Pablo Moyano dijo anoche que si la Presidente va a fondo, van a chocar. Hace falta el choque, hace falta que se defina y sintetice este momento político en la Argentina para comenzar la construcción de un nuevo modelo sindical, más democrático con mayor participación de la juventud y de la mujer. En ese proceso tiene mucho que ver el movimiento sindical, la formación política de la nueva generación de trabajadores, pero también el Gobierno para anclar sus políticas en las conducciones gremiales que defiendan genuinamente no solamente el derecho de los trabajadores sino también la salud de un proceso de transformación social indudable.
Oscar Gijena, secretario General de la Asociación de Prensa de Tucumán