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Un descendiente de la quinta generación de Manuel Belgrano visitó la APT en Concepción

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El sacerdote Juan Carlos Belgrano tiene parentesco directo con el prócer y vencedor en las batallas de Tucumán y Salta.

Estuvo en la Asociación de Prensa de Tucumán y habló sobre el legado del general Belgrano, su visión humanista y la realidad de un hombre como todos, convertido en héroe por cuestiones históricas.

Juan Carlos Belgrano (49 años), nació casi dos siglos después que Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano ex vocal de la Primera Junta y jefe del Ejército del Norte. Es chozno por vía directa, su papa Luis María, es a la vez tataranieto y sobrino taranieto del prócer. La hija de Manuel Belgrano, Manuela Mónica, se casó con un hombre de apellido Vera. Flora Vera Belgrano, hija de ese matrimonio, eligió como esposo a un primo, Juan Carlos Belgrano, sobrino nieto del fundador del Correo de Comercio de Buenos Aires. De esa unión nació Néstor, abuelo de Juan Carlos y de sus tres hermanos.

Heredero de un apellido caro a los sentimientos de los argentinos por su contribución a la consolidación de la Nación, que además da nombre e identifica a ciudades, villas veraniegas, pueblos, escuelas, vías férreas, embarcaciones, autopistas, calles, avenidas, universidad, libros, historietas, películas, documentales, puerto, barrios, clubes, plazas entre otras cosas.

Juan Carlos, en la actualidad, es cura en una parroquia de la localidad de Benavídez en Buenos Aires y visitó la semana pasada la provincia, invitado por el sacerdote de Simoca, Luis Álvarez, donde participó en diferentes actividades relacionas con el Bicentenario de la Batalla de Tucumán.

En su recorrido, el religioso, mantuvo contacto con la prensa y con vecinos del sur de provincia atraídos por ser uno de los descendientes del ex vocal de la Primera Junta.

“Uno se sorprende cómo reacciona la gente cuando saben del parentesco con Belgrano, el cariño que manifiestan hacia él lo transmiten a uno, y eso produce una satisfacción. Belgrano fue él con sus propias capacidades, me pregunto qué puedo tomar de aquello que nos dieron en la vida y sangre para un aporte a la historia, con las propias cualidades”, señaló el sacerdote durante la conferencia de prensa que brindó en la sede de la Asociación de Prensa de Tucumán, de la ciudad de Concepción

Sirviendo a la Iglesia Católica el religioso trabajó durante 17 años en Misiones en las distintas iglesias y comedores que integran la parroquia de San Antonio en Posadas, donde durante su estadía comían todos los días más de 1.000 chicos, 200 recibían apoyo escolar y otros 200 se resguardan en jardines maternales. Por otro lado reconoce que durante las 5 generaciones el apellido Belgrano siempre estuvo vinculado al catolicismo. “Un hermano de Manuel fue sacerdote, Domingo Estanislao, después un tataranieto Néstor Belgrano Ledesma y ahora yo”, señaló el cura.

Este hombre delgado, de barba, anteojos, sonrisa amable y de ropa sencilla conversó con el Semanario 200 sobre lo que significa en la actualidad la figura de éste personaje ilustre de la Argentina y de qué manera influyó en su vida y en la de su familia el hecho de ser descendiente directo de unas de las piezas claves en el desarrollo de la vida institucional y fundacional de la Patria.

¿Qué ha significado en su vida ser portador de un apellido con tanta historia?

Juan Carlos Belgrano: “Yo siempre digo: uno no debe saludar con sobrero ajeno. Manuel aportó mucho a nuestro país en esta diversidad de visión que él tenía y cada uno desde donde estamos somos constructores de la historia. Todos vamos haciendo esta historia, más allá de la tarea que realice cada uno. Hace algunos años comencé a leer mas sobre la vida de Manuel y encuentro sintonía en la preocupación por la educación, el trabajo, etc. Y coincido que deberíamos comenzar a construir un país que sea mejor para todos y tener dignidad de vida.

Por otro lado, ser un Belgrano, me llevó por diferentes etapas, cuando era niño recuerdo, que nos invitaban algunos canales, a los actos por el Día de la Bandera, desfiles, etc. Después, en la adolescencia uno comienza a buscar su propia identidad y te preguntas ¿quién soy yo? ¿Y para qué estoy en esta historia? Y a partir de allí empiezas a forjar tu propia vida, tu historia desde tu lugar de trabajo, más allá del apellido que portes”.

¿Dentro de su familia conoce algún secreto del prócer que no figura en los libros? Me refiero ¿Si existe una historia “paralela” que solo la conoce por transferencia familiar?

Juan Carlos Belgrano: “No hay una historia paralela, lo que si a veces se hacen héroes a mujeres y hombres de esta tierra que son personas ‘comunes’. Yo creo que como todo ser humano Belgrano ha tenido por ahí sus tropiezos, situaciones y el aporte de este tiempo es justamente encontrarnos con estos seres humanos que entregaron su tiempo, su talento a la construcción de la historia. Porque también nos invita a nosotros sin ser héroes, a preguntarnos ¿cómo construimos nuestra historia? Me parece que eso es un gran aporte que se está haciendo hoy de la manera que vamos mirando y revisando la historia de nuestros próceres”.

¿De acuerdo a su criterio, José de San Martín y Belgrano están al mismo nivel de importancia dentro del plano histórico?

Juan Carlos Belgrano: “Yo creo que hubo mucha valoración de San Martín hacia Belgrano y de Belgrano hacia San Martín y tenemos que poder descubrir y compartir el talento de cada uno de ellos y en el mismo contexto. Belgrano era consciente de que en la milicia y en la guerra San Martín tenía muchos elementos para aportar. Creo que Manuel tenía una forma de llegar a través del trato a sus soldados estimulándolos y alentándolos. Y ese tiempo donde debían hacer una reconstrucción del ejército pudieron hacerlo juntos uniendo sus talentos para potenciarlos por una acusa y no competiendo. Esa son las cosas que hacen grandes a las personas”.

¿Existe algún elemento que pertenecía a Belgrano y que la familia lo conserva como recuerdo?

Juan Carlos Belgrano:”Hoy no, pero recuerdo que en la casa de mi abuela había un cuadro grande, donde él esta posando, que es el aparece en libros de historia el que conocemos todos. Esa obra fue donado por la familia a un banco de la ciudad de Olavarría donde está expuesto. Después teníamos otros elementos, como la caja de rapé, que también fueron donados a instituciones públicas, porque son cosas que no pertenecen a la familia ya, sino al país”.

¿Cómo lo trataron los tucumanos?

JCB: “Uno se sorprende cómo reacciona la gente cuando saben del parentesco con Belgrano, el cariño que manifiestan hacia él lo transmiten a uno, y eso produce una satisfacción. Belgrano fue él con sus propias capacidades, me pregunto qué puedo tomar de aquello que nos dieron en la vida y sangre para un aporte a la historia, con las propias cualidades”.

¿Cuál es su opinión sobre la última película que el actor Pablo Rago encarna el papel de Belgrano?

JCB: “Me parece que la película intenta plantear un Belgrano má hombre que héroe. Seguro que a personas más tradicionales no les gusta tanto, surgen preguntas como ¿habrá sido así? Creo que es una forma distinta de encarar la historia de un personaje, y eso no quiere decir que invalide a las otros films que se realizaron, lo importante aquí es que suma otro dato, otra mirada, a mi me gustó”.

Manuela, la hija tucumana de Belgrano

En Tucumán, Manuel Belgrano tuvo una hija y en una investigación que hizo el periodista y genealogista Ventura Murga aparece el Belgrano que en sus últimos días -le faltaban 13 meses para su muerte- afirma el vínculo afectivo con su hija Manuela Mónica. Del romance con la madre de la nena se sabe muy poco.

Se llamaba Dolores Helguero la joven a quien Belgrano amó. Cuando se produce la Batalla de Tucumán, él contaba con 42 años. Ella sólo 15. No se conocen detalles en torno a este romance. Solo se sabe que era asiduo concurrente a la casa de los Helguero, ubicada en San Martín y Maipú.

El 4 de mayo de 1819 nace de sus amores la niña Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano. Ya no existen las actas de bautismo. Pero si una nota de Belgrano al Cabildo de Tucumán, fechada el 22 de enero de 1820, donde deja constancia de la cuadra de terreno de su propiedad “con todo lo en ella edificado por mí, pertenece por derecho de heredad a mi hija Manuela Mónica de Corazón de Jesús …”

Mitre, en su historia de Belgrano expresa que el prócer, en su testamento le deja a su hermano el canónigo Domingo Estanislao Belgrano “el encargo secreto de que pagada todas sus deudas, aplicase todo al remanente de sus bienes a favor de su hija natural Manuela Mónica, de poco más de un año edad que había dejado en Tucumán, recomendándole muy encarecidamente hiciera con ella las veces de padre y cuidara de darle la más esmerada educación. Fray Jacinto Carrasco religioso tucumano se refirió en dos artículos de este episodio. “Su conducta fue siempre clara y recta. Por eso cuando vio que nacía en su corazón ese amor por la joven tucumana y su conciencia no le permitía llegar a ella sino por el matrimonio resolvió casarse con Dolores Helguero. Y se hubiera casado si la fatalidad no se hubiera interpuesto en su camino. En efecto dada su palabra de casamiento y determinado a realizarlo, tuvo que viajar a Salta, donde sus atenciones lo retuvieron algunos meses. Cuando volvió a Tucumán, se halló con lo irremediable: a su novia la habían hecho casar con un hombre que luego nomás la abandonó”

María de los Dolores, abandonada definitivamente por su marido se traslada a vivir a Londres, provincia de Catamarca. Cuando llega Belgrano de Salta, enterado de la situación arbitra todos los recursos a su alcance para establecer el paradero del esposo de Dolores. Así lo narra el biógrafo de Belgrano: “Se averiguó secretamente por orden del general a dónde se había marchado el esposo de Dolores. Se le dijo que a Bolivia. Pues a Bolivia despachó dos chasquis con orden de trasmitirle inmediatamente la menor noticia que tuviera de él. Su resolución y su palabra estaban empeñadas y permanecían firmes: había prometido casarse con Dolores y se casaría si llegaba a saber que el esposo había muerto. Nunca se supo y que tuvo que resignarse a ver el fruto de su amor, que nació en un hogar que debió ser el suyo pero que nunca fue…”.

Todos los testimonios hablan de la ternura del general para con su hija Mónica. Desde su vivienda de la Ciudadela, diariamente hacía preguntar por ella, por su palomita, como solía llamarla. El vencedor de Tucumán y Salta vivía pobre, solo y enfermo.

Cuando Belgrano parte de Tucumán, hacia comienzos de enero de 1.820, se despide de su hija Mónica. El prócer intuía que nunca más volvería a verla y que su vida estaba llegando a su fin. Aquella escena es narrada con elocuencia por el padre Carrasco: “La víspera de la partida, postrado en cama, hizo que se la llevasen por la noche para acariciarla por última vez.

Fue una escena que poquísimos amigos presenciaron y huelga decir con lágrimas en los ojos…” Conforme la voluntad de Belgrano su hija fue llevada a Buenos Aires por su hermano el canónigo hacia fines de 1825. El doctor Palomeque relata: “Siendo Manuelita muy niña fue traída a Buenos Aires a vivir junto al hogar de doña Juana Belgrano de Chas, hermana del general. Se educó bajo la influencia de su tío Domingo Estanislao Belgrano. Doña Manuelita Mónica se parecía al general, su padre. En una carta ella misma relató que el señor Rivadavia me colocaba siempre bajo ese retrato (de Belgrano) para admirar la semejanza que tenía yo con mi padre” … Doña Manuela Mónica era de una inteligencia nada vulgar. Pazos Kanky, aquel sacerdote que había sido también periodista en Buenos Aires, le decía en su carta “Usted es la que debiera escribir la biografía de Belgrano”.

De instrucción esmerada, conocía el inglés y el francés. Era buena, generosa y enérgica al mismo tiempo amante de los suyos y del prójimo. Pero tenía un genio pronto que perturbaba a veces su ritmo interior y su suavidad externa. Juan Bautista Alberdi parece que la cortejaba cuando joven “Seguramente –dice el hijo de ella Carlos Vega Belgrano- ella le correspondió. La cosa era natural: ambos eran tucumanos hijos de padres ligados por íntima amistad. El mismo Alberdi había cabalgado en las rodillas de Belgrano, en la ciudadela. Sobre todo, había afinidades espirituales entre ellos.

En 1848 se expatrió a Montevideo desde donde se carteó con todos sus parientes y amigos. Manuelita Belgrano se había casado en Buenos Aires el 30 de mayo de 1853 con Manuel Vega y Belgrano, sobrino político suyo, hombre de empresa y pionero en Azul. La hija del general no tuvo buena salud y el último año fue de sufrimiento físico. Muere el 5 de febrero de 1866 a las 7 y media de la mañana. De su matrimonio con Vega y Belgrano nacieron tres hijos, Flora, Manuel Félix y Carlos Miguel Silvano Vega Belgrano, todos en Buenos Aires.