En gasas estériles y algodones "el porcentaje fue del 100%", dijo el doctor en Ciencias Exactas Damián Marino en el último día del III Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados, mientras que fue inferior al 80% en toallitas íntimas e hisopos.
Marino detalló que su equipo ha analizado hasta el momento una veintena de muestras y prevé llegar al centenar.
Argentina aprobó a finales de los noventa el cultivo de algodón transgénico resistente al glifosato y desde entonces su producción se ha generalizado.
La Organización Mundial de la Salud catalogó el pasado marzo este potente herbicida como "probablemente cancerígeno para los humanos", aunque el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) mantiene intacta su clasificación como poco peligroso.
En Argentina se usan alrededor de 300 millones de litros al año de glifosato en 28 millones de hectáreas, en especial las que producen soja transgénica, el principal cultivo del país.
El pasado setiembre, el equipo de Marino presentó una investigación en la que alertaban que ocho de cada 10 frutas y verduras que llegan a la mesa de los argentinos contienen al menos un agroquímico, mayoritariamente insecticidas o fungicidas.
A lo largo de tres días, los médicos, científicos, docentes y líderes sociales y sindicales invitados al Congreso alertaron de los riesgos que conlleva para la salud el modelo agroindustrial mayoritario en Argentina y reclamaron un cambio urgente. EFE