Llovía intensamente. El tío del joven fallecido intentaba calmarse para entender las incomprensibles circunstancias en las que su sobrino encontró la muerte. A pocos metros, sentado en un banco de cemento, uno de los amigos del estudiante de procuración fumaba en silencio.
Cerca de las 8.30, Joel y sus amigos ingresaron al cementerio del Oeste. Por la noche, habían asistido a un recital de la banda de rock Divididos. Luego se habrían quedado hasta la madrugada en la zona del parque Avellaneda, presuntamente ingiriendo bebidas alcohólicas. Desde allí cruzaron al cementerio e ingresaron al nicho de la familia Taboada; tal para sacarse una foto dentro del tenebroso mausoleo; o por simple curiosidad, como un juego de chicos.
Pero cuando Joel dio el primer paso, la alcantarilla ubicada en la entraba cedió y el muchacho cayo cuatro metros hasta el sótano. Fue necesario romper la parte posterior de la construcción para rescatar el cuerpo. Esa tarea estuvo a cargo de un equipo de la Dirección General de Bomberos. Finalmente, la víctima fatal fue cargada en una camilla y llevada hasta la Unidad de Traslado, que esperaba frente al acceso central, junto a los puestos de flores.
Entonces, los uniformados levantaron el cerco perimetral y todos, rápidamente, dejaron atrás la escena. Llovía con intensamente en ese momento. Finalmente, el tío de Joel explico que el chico era hijo de su hermana y reside en Santa Cruz, aunque estudiaba en Tucumán. “Anoche estuvo conmigo antes de irse. Vivía en mi casa. Yo estaba a cargo de él”. “Eran varios chicos, pero entraron normalmente, como cualquiera queviene al cementerio”, explico una florista que tiene su puesto frente a los inmensos portones de madera. Ahora, serán los resultados de los exámenes médico-legales y las pericias confeccionadas por los expertos de la Policía los que intentaran poner algo de luz sobre este fatídico suceso.
Por Francisco Fernández