“Desde la desaparición de Perón que el partido no se mantiene
unido detrás de una figura. No se ha logrado, más que por momentos, que el
candidato que gana se convierta en el jefe del movimiento y a medida que pasa
el tiempo esto se viene acentuando. El titular del Poder Ejecutivo siempre pretende
ejercer la conducción del peronismo, pero siempre encuentra disidencias”,
remarcó el ex diputado nacional.
En este marco, diferenció conducir de gobernar y explicó que
la conducción de un movimiento como el peronismo es “mucho más difícil”. “No se ha logrado que el que gobierna también ejerza
una conducción colectiva. La política es un proyecto colectivo y al desaparecer
una imagen tan fuerte como fue la de Perón, que aún hoy sigue vigente, esto fue
difícil de lograr”, consideró el referente, quien también fue legislador y ministro
de Salud de la provincia.
Esta dificultad para concentrar el liderazgo en una sola
figura fuerte provocó, a su entender, que el Partido Justicialista se convirtiera
“en la nave insignia de muchos que no tienen nada que ver con el peronismo, que
no tienen historia peronista, pero que se afilian al partido, se aprenden más o
menos la marcha y utilizan el partido para ganar elecciones”. “Esto llevó a que
el ADN peronista se vaya diluyendo al pasar del tiempo y se convierta en otra
cosa. La doctrina peronista, que es la inclusión social vertical, va
desapareciendo, en medio de un modelo demoledor de inequidad social que se instaló
en el mundo”, señaló.
Sobre el gobierno de Alberto Fernández, Sangenis consideró
que tiene una gran ventaja, ya que luego de la debacle económica que devino por
la gestión de Mauricio Macri, “nada puede ser peor”. “Lo de Macri fue un plan
económico a lo –José Alfredo- Martínez de Hoz (ministro de economía durante la
última dictadura militar), pero sin gorra ni bayoneta. Realmente desguazó a la
Nación, sus recursos, el entramado social y la economía. Esto presenta una
oportunidad a Fernández, que sin embargo, producto de la pandemia, aún no
comenzó a gobernar”, remarcó.
Sin embargo, deslizó algunas críticas hacia su gestión, si
bien no hacia las medidas que se adoptaron, sino a los tiempos para tomarlas y
las formas de comunicarlas. “Hay una psicosis social grave y el gobierno debe
medir las oportunidades y medir bien cómo se va a comunicar. Hay formas y
formas”, sostuvo y ejemplificó con el caso de Vicentin, sobre el cual consideró
que “antes de ingresar el proyecto –de intervención de la empresa- se debió generar
el ambiente social”, que garantice el apoyo hacia las pretensiones del
gobierno, “sacando a relucir por la prensa las irregularidades de una empresa
que fue nave insignia de la corrupción macrista”.
En cuanto a la política local, fue bastante duro con los
principales referentes del peronismo tucumano, entre los que mencionó al
gobernador Juan Manzur, el presidente de la Legislatura, Osvaldo Jaldo, y el
intendente de la capital, Germán Alfaro, a los cuales les pidió dejar de lado
sus pretensiones individuales para trabajar en un proyecto colectivo. “Hoy el
contexto presiona a los principales dirigentes y no es momento de perder el
tiempo en boludeces”, disparó.
Y añadió: “Es un sacrílego pecado que en estas épocas, con
un país destrozado producto de 4 años de macrismo y de la pandemia, los
dirigentes del peronismo planteen la posibilidad de encabezar listas separadas.
Se debe avanzar en forma conjunta y darle importancia al pueblo sufriente. Los proyectos
personales son incompatibles con la política, que se trata de un proyecto
colectivo y pluralista”.
Por último, concluyó que existe una “preocupante falta de docencia en política”, que lleva a que las nuevas generaciones la rechacen. “Hay jóvenes brillantes que huyen de las cuestiones de la política. Las generaciones que vienen arrastran un grave default de formación política”, sentenció.