Para Pablo Jeger las expresiones referidas no pueden pasar por algo por dos razones muy fuertes: es hijo de Maurice Jeger, un librero desaparecido el 8 de julio de 1975 y porque es miembro de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos.
Con esa responsabilidad es que este viernes caminó hasta la comisaría más cercana a su domicilio y denunció al humorista-comunicador, Ceferino Décima, al entender que con su posteo en Faceboobk y sus expresiones en radio, "nos encontramos con algo que está tipificado en el Código Penal de la Nación como apología del delito, en el artículo 213".
En una entrevista por Radio Prensa con el periodista Diego Tomas, Jeger manifestó que frente a esta situación "tenemos que hacer dos cosas, una es explicarle a la gente de qué está hablando este señor. Está hablando de aviones que todas las semanas tiraban 15 ó 20 personas al mar y a veces más porque había varios vuelos por semana, gente que había sido secuestrada y torturada. Eso estamos hablando cuando dice venir de los aviones, de los vuelos de la muerte".
"Eso es apología del delito, por eso hoy concurrí a la comisaría para efectuar la correspondiente denuncia penal que tiene que hacer cualquier ciudadano y mucho más en mis circunstancias", apuntó Jeger.
Pablo anticipó que proximamente la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos a nivel nacional, realizará otra presentación penal contra Décima con la firma de los tres copresidentes.
Por la memoria de su padre
Pablo y su hermano Iván Jeger son dos hombres que hicieron de la militancia uno de los aspectos más importantes de sus vidas. En Tucumán, son nombres reconocidos cuando se habla de la defensa de los derechos humanos y de las luchas por la memoria, la verdad y la justicia.
Los hermanos fueron por separado al Tribunal Oral Federal donde se realizó el juicio por la megacausa Operativo Independencia, allá por febrero de 2017. Donde se trató el secuestro y desaparición de Maurice Jeger, padre de ambos, y de Cristina Olga González, pareja de Maurice.
Pablo brindó una extensa declaración que duró alrededor de tres horas. Su padre fue secuestrado el 8 de julio de 1975. En la puerta del colegio en el que estudiaba, el adolescente de 14 años empezó a entender lo que significaba ser hijo de un desaparecido. Poco a poco, con la ayuda de Graciela, su madre, empezó a armar lo que ocurrió aquella madrugada.
Fue ella la que hizo todo lo posible por encontrar a Maurice y se convirtió en una de las primeras mujeres que habían empezado a organizarse para buscar a los suyos. A medida que Pablo fue creciendo se fue apropiando de esa búsqueda. Actualmente, Pablo Jeger milita en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Maurice Jeger estaba en pareja con Cristina Olga González, una taficeña con la que vivían en la calle General Paz al 1.000 de la capital tucumana. Aquel 8 de julio, un grupo de efectivos uniformados y de civil irrumpieron en la casa donde se encontraban descansando. Era la 1.30 de la madrugada. Desde la vereda de enfrente un muchacho de 17 años vio el operativo y fue quien pudo relatárselo a Graciela. Jorge de la Cruz Agüero, estudiante del Instituto Técnico y vecino de Maurice Jeger, fue secuestrado seis meses después. (referencia de La Palta comunicación popular)