El Fondo Monetario Internacional (FMI) le dejó claro a la Argentina, otra vez, algo que desde Buenos Aires ya se acepta casi con resignación. El organismo que maneja Kristalina Georgieva no aceptará modificaciones en las tres metas comprometidas en el Facilidades Extendidas cerrado el 25 de marzo pasado, con lo que el déficit necesario de 2,5% del PBI, la emisión monetaria de no más del 1% del PBI financiada con aportes desde el BCRA y el nivel de reservas de no menos de u$s5.800 millones deberán ser cumplidos para aprobar el ejercicio 2022.
Eventualmente sólo se discutirán objetivos, entre los cuales se encuentran el porcentaje de inflación final para este año, el nivel de gasto público comprometido para todo el ejercicio y el cumplimiento de promesas incluidas en el acuerdo como la reforma previsional, el incremento del impuesto inmobiliario en todo el país y la eliminación de subsidios a las tarifas de servicios públicos.
La negativa a negociar metas fue comunicada explícitamente por los enviados del FMI que vía virtual ya comenzaron la etapa final de la fiscalización de la misión comenzada el primer día hábil de mayo, y que se extendería hasta el próximo viernes.
Se sabe, y ayer lo confirmó el gobierno, que las metas del primer trimestre se cumplieron y que será cuestión de días para que esto se comunique desde Washington.
El problema que deben enfrentar ahora los funcionarios del ministerio de Economía que participan de las reuniones vía computadoras será convencer a los hombres y mujeres del FMI sobre la solidez de los números hacia el futuro.
Tal como aseguró ayer este diario, esto no implica que la aprobación de las metas del período enero-marzo esté en dudas, sino que la misión se complicará en cuanto a las conclusiones que por escrito pasen los fiscalizadores.
Desde Buenos Aires se esperaba cierta comprensión desde Washington en cuanto a la posibilidad de discusión de las metas, algo que en la misión de estos días quedó en claro que no podrá suceder. Y que ya había sido expresado de manera pública por la única persona que podría alterar la situación: el director gerente para el Hemisferio Occidentral, Ilan Goldfajn.
Goldfajn ya le había dejado de manera explícita a Martín Guzmán la posición oficial del FMI durante la reunión de primavera de abril pasado; cuando declaró públicamente: “En el programa hay hipótesis y objetivos. Y la inflación es uno de los supuestos. Los objetivos son fiscales y monetarios, el financiamiento monetario del déficit, objetivos estructurales, todos estos son las metas” y que “desde ya los supuestos pueden cambiar como consecuencia de un nuevo contexto macroeconómico causado por la economía global, nuevos shocks”, recordando que hay un antecedente cercano en el programa firmado y aprobado por Ecuador.
El brasileño-israleí aclaró que “los supuestos se usan para elaborar el programa”, en tanto que las metas son “fiscales, las reservas, los estructurales”.
En este sentido, Goldfajn fue enfático al afirmar que “estos no serán cambiados porque lo que tenemos (el FMI) que hacer es ayudar a las autoridades a priorizar las medidas para cumplir estos objetivos”.
Goldfajn quiere conocer cómo hará Argentina para cumplir el compromiso de un déficit fiscal de 2,5% del PBI, acumular u$s4.800 millones de reservas líquidas y un nivel controlado en no más de 30% de déficit de emisión monetaria.
El brasileño-israelí le pidió a sus dos enviados para fiscalizar las cuentas argentinas, la norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu, que se sumerjan en las proyecciones de las variables más importantes de la economía argentina, para verificar si aún las proyecciones comprometidas están “on track”.
No quiere decir que no se apruebe la misión, sino que desde el FMI quieren dejarle en claro a los referentes del Ministerio de Economía las dudas futuras del organismo./ambito.com