El Arzobispo brindó la homilía en un nuevo aniversario de la Independencia
Monseñor Carlos Sánchez hizo referencia en el texto al Pacto Educativo Global que convocó el Papa Francisco.
A continuación podés leer la Homilía que brindó Monseñor Carlos Sánchez por los actos patrios por los 208 años del aniversario de la Declaración de la Independencia.
Queridos Hermanos:
¡Feliz día de la Patria! ¡Feliz Aniversario de la Independencia!
Hoy, como cada 9 de julio, desde 1816, día glorioso y gozoso para nuestra Nación Argentina, revivimos la alegría de aquellos tucumanos que fueron testigos de la Declaración de la Independencia.
Nos unimos en oración para darle gracias a Jesucristo, Señor de la historia, por nuestra querida Patria Argentina, como lo hicieron los congresales en la Iglesia San Francisco al día siguiente de la Declaración de la Independencia. ¡Gracias Señor por nuestra Patria Argentina!
Foto: Luciano Silberman (Secretaría de Comunicación Pública)
Damos gracias a Dios por el legado que nos dejaron nuestros próceres, queremos interpretar nuestro presente a la luz de nuestra fe y decir una palabra esperanzadora, siempre iluminada por el Evangelio, para cumplir la voluntad de Dios, construir sobre roca y aprender del Maestro, Jesucristo, que enseña con autoridad.
Ponemos nuestra mirada en nuestra querida Casa Histórica donde se juró la Independencia como símbolo que nos llama y nos interpela a construirnos sobre roca sólida, como Casa Común, como casa de familia y hogar; capaces de integrarnos como un único Pueblo.
Invocando la misericordia de Dios soñamos y decididamente queremos ser Nación, con pasión por la verdad y compromiso por el bien común; una Argentina más fraterna y solidaria, pacificada y reconciliada; una Patria unida, en justicia, equidad y paz.
Los congresales de Tucumán durante varios meses deliberaron y a través del diálogo superaron las diferencias y buscaron juntos el bien de todos al declarar la Independencia.
Ellos, dice el Acta de la Independencia “consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, la de los pueblos representados y la de toda la posteridad… y, a riesgo de sus propias vidas, llenos de santo temor por la justicia, prometieron ante Dios y la señal de la cruz sostener estos derechos...; así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama…”, firmaron los congresales.
Este debe ser también nuestro compromiso hoy como argentinos. Pensar, buscar y hacer siempre el bien común por encima del bien personal, particular, poniendo a disposición hasta nuestras vidas, haberes y fama. Los congresales de 1816 nos dejaron este legado y tantos hombres y mujeres de la Patria.
En el Evangelio hemos escuchado a Jesús, el Maestro que enseña con autoridad, nos dice que el hombre sensato es el que edifica su casa sobre roca, porque a pesar de las tormentas y los vientos, ésta no se derrumbó porque está construida sobre un cimiento sólido…
La construcción de la casa sobre roca, significa construir la Patria sobre el bien común que exige, ante todo, el compromiso por la paz, la correcta organización de los poderes del Estado, un sólido ordenamiento jurídico, la salvaguardia del ambiente, la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de la libertad religiosa (CDSI 166).
Reconocemos que somo una Patria rica en bienes naturales, personales y culturales, pero miserias, egoísmos, ambiciones e injusticias nos han llevado a la ruina y a situaciones tan afligentes y críticas como la actual. También reconocemos que hemos superado muchas crisis con esfuerzo, sacrificio y decisión.