Los jubilados que perciben la jubilación mínima verán cómo sus ingresos reales se reducen en un 17,5% debido al congelamiento del bono, que se mantiene en $70,000 desde marzo.
Para noviembre, los haberes mínimos alcanzarán un total de $322,700, lo que contrasta con un incremento del 193% en la inflación anual, mientras que las jubilaciones de bolsillo han crecido solo un 159%.
En términos nominales, la jubilación mínima sin bono se incrementó un 189%, mientras que el bono solo subió un 89%.
Aunque los jubilados recibirán un monto superior en términos nominales, su poder adquisitivo disminuyó significativamente. La jubilación mínima sin bono es un 2% inferior a lo que los jubilados recibieron en el mismo mes del año pasado.
El impacto de este congelamiento es particularmente severo para los jubilados más vulnerables. Mientras que aquellos en escalas superiores no sufrieron la misma reducción, los que dependen del bono se vieron gravemente afectados. Desde marzo, cada jubilado de la mínima perdió alrededor de $61,000 en poder adquisitivo.
El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) analizó las proyecciones de este fenómeno, destacando que, si el bono se hubiera ajustado de la misma manera que las jubilaciones, debería haber alcanzado los $131,600. Esto implicaría que cada jubilado tendría que haber recibido un total de $384,399 para mantener su poder adquisitivo.
Las proyecciones para el trimestre de septiembre a noviembre de 2024 indican que la jubilación mínima con bono estará un 13.7% por debajo del mismo período del año anterior, mientras que la jubilación sin bono estará un 4.6% más baja.
Perspectivas para 2025
El Presupuesto 2025 sugiere que esta dinámica de ajuste continuará, con el bono congelado en $70,000. Si la inflación se comporta según lo previsto (un optimista 18.3%), el bono debería ser de $167,446 a fin de año. Esto implicaría una licuación de $97,446 en el poder adquisitivo de cada beneficiario.