José Bustos, histórico referente del sector, fue tajante: “la actividad en Tucumán está desapareciendo”. El dirigente explicó que la crisis se profundizó este último año con la enorme caída de la construcción y de la obra pública en manos de la nueva gestión de gobierno nacional.
A esta causa se le suman otros factores que terminan liquidando a los trabajadores ladrilleros tucumanos. “Lamentablemente, no se está cumpliendo la ley provincial N° 9578 que fija el Compre Tucumán. Esto quiere decir que los ladrillos tucumanos tienen prioridad en las obras que se realicen, pero padecemos la falta de controles. Están ingresando a la provincia ladrillos desde Santiago del Estero, cuyo valor es casi la mitad que el que se realiza aquí. Eso nos afecta muchísimo”, explicó Bustos.
Explicó que el insumo santiagueño no tiene la misma calidad que el local y que habría que investigar la condición de los trabajadores de la vecina provincia para entender por qué los ladrillos son tan baratos. “Muchos trabajadores figuran como empleados comunales de la localidad Departamento Pellegrini. Además, es necesario que se realicen controles pertinentes. Muchos traen ladrillos y hacen intercambios con corralones de aquí”, agregó.
A modo de ejemplo, mil ladrillos en Tucumán tienen un valor aproximado de 130 mil pesos con flete. En Santiago del Estero, oscilan entre 60 mil y 70 mil pesos. “Esos ladrillos tienen sangre”, advirtió Bustos en relación con las condiciones de trabajo santiagueñas.
Todo esto aparejó que de las diez cortadoras de ladrillos locales apenas queden dos en funcionamiento. La permanente utilización de ladrillos ecológicos y huecos, cuya calidad, explicó Bustos, se alejan mucho de los ladrillos tradicionales, también hacen su aporte en camino hacia el golpe de gracia a esta castigada actividad.
Ladrilleros tucumanos: una actividad en peligro de extinción
La crisis económica, la competencia desleal y las alternativas de construcción dejaron a los ladrilleros de la provincia en terapia intensiva.