El fin de una etapa de más de 6 años fue celebrado, además de por el Gobierno, por ciertos sectores del empresariado local -fundamentalmente los exportadores-, por inversionistas y por aquellos cuyo dinero se encontraba, en cierto modo, "atrapado" por las restricciones para retirar dólares del país. Para la economía doméstica se vienen meses de incertidumbre. Gurúes advierten por una fuerte alza de los precios y caída de los salarios, lo que se traduciría en un mayor nivel de pobreza. El rol de los sindicatos será más importante que nunca para contener el humor social. Pero si el impacto en la productividad a largo plazo es positivo, el Gobierno habrá superado una de las prueba más desafiantes que enfrenta en el plano económico. Con todo, conviene aclarar que, por el momento, existen más dudas que certezas y que tratar de definir lo que sucederá a partir del lunes sería hacer futurología, lo cual no es el objetivo de esta nota.
En conferencia de prensa, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y el ministro de Economía, Luis Caputo, anunciaron este viernes el inicio de la fase 3 del programa económico del Gobierno, el cual será respaldado por una fuerte inyección de dólares del Fondo Monetario Internacional y otros organismos internacionales. Entre las medidas más destacas de la nueva etapa se ubica el fin de la mayoría de las restricciones cambiarias (cepo) y un esquema cambiario con bandas de flotación, acompañado por una flexibilización significativa del acceso al mercado oficial de cambios (MLC). Según informó el BCRA, a partir del lunes el tipo de cambio se moverá libremente dentro de un rango que inicialmente estará delimitado entre $1.000 y $1.400 por dólar, con ajustes mensuales preestablecidos: el piso bajará 1% mensual y el techo aumentará un 1% cada mes.
El acuerdo con el FMI por un nuevo crédito era esperado hace ya largo tiempo, solo restaban conocerse los lineamientos a cumplir por nuestro país para asegurar la llegada de miles de millones de dólares frescos. Que exigiría un nuevo esquema cambiario, el cual sería de flotación entre bandas, se conocía desde hace semanas, aunque no había sido confirmado oficialmente hasta ayer. La novedad del anuncio de este viernes fue el inmediato fin del mal llamado cepo cambiario, que si bien formaba parte del plan de Gobierno desde el inicio, fue sorpresivo que el levantamiento de las restricciones se diera de inmediato. Muchos especulaban con que se esperaría hasta el segundo semestre para comunicar esa decisión, aunque el mismo Caputo reiteró en varias ocasiones que podría adelantarse.
Pero lo sorpresivo no redujo el entusiasmo de quienes venían pujando por un tipo de cambio libre y sin restricciones para el acceso al mercado cambiario. "La bolsa argentina fue al alza este viernes, al contrario que el resto del mundo, lo que genera ciertas expectativas", señaló el economista y especialista en análisis económico, Pablo Pero. "Con expectativas positivas, los bonos argentinos podrían ir al alza, lo que generaría una baja del riesgo país, que al nivel que tiene hoy nos mantiene fuera del mercado de créditos", agregó Mike Palou Miceli, especialista en análisis ecónomico y financiero.
Ambos economistas forman parte del equipo de la consultora Pizavil y brindaron este sábado una exposición virtual en donde abordaron las implicancias que podrían tener las medidas adoptadas por el Gobierno en el marco del nuevo plan acordado con el FMI. Durante la transmisión, tanto Pero como Palou coincidieron en que la eliminación del cepo era una necesidad, pero sugirieron que hay que tomar la medida con cautela. "Tiene sus riesgos, sobre todo en un contexto global convulsionado, porque el cepo era un blindaje a los shocks externos. Conviene ser precavidos y esperar unos días para tomar ciertas decisiones", recomendó Pero.
Para su compañero la salida del cepo responde a una lógica incuestionable: "Si tenes cepo es para evitar que los capitales se vayan del país, pero en nuestro caso actuaba en el sentido contrario, impidiendo que los capitales ingresen. Entonces, ¿para qué tenías cepo si era contraproducente?", subrayó Palou. Y añadió: "Esto es el ABC de Mundell, es el trilema económico".
Un trilema en economía, o también conocido como "trinidad imposible", es una situación en la que un país no puede cumplir simultáneamente tres objetivos que son deseables pero excluyentes entre sí. En cada caso, se deben elegir dos de las tres opciones. Según Palou, el trilema de nuestro país se resume de la siguiente manera: "No podes tener una política monetaria activa, control de capitales y tipo de cambio fijo. Tenes que sacrificar una u otra de las cuestiones. No se puede fijar precio y cantidad. Si vos fijas el precio, no podes controlar la cantidad. El reconocimiento de Bausili fue claro en ese sentido. Si vos tenías cepo para acumular dólares, pero no entraban dólares, entonces no tenía sentido mantenerlo".
En este sentido, los economistas sostienen que la salida del cepo es positivo para los inversionistas y puede contribuir a la construcción de un camino hacia cierta normalidad que le es ajena al país desde hace varios años. "Eso puede ayudar a tener mayor previsibilidad, volviendo al país más atractivo para la inversión extranjera, sobre todo en un contexto de incertidumbre y volatilidad global como el actual", aseguró Pero.
The IMF Executive Board has approved a $ 20 billion new 48-month program with Argentina with an upfront disbursement of about $12 billion.https://t.co/I6yEL2dylB pic.twitter.com/pwEBl9DYXE
— IMF (@IMFNews) April 12, 2025
Por supuesto que esa apuesta es a largo plazo. En el corto plazo, la libertad del mercado cambiario, sumado a la libre flotación del dólar (entre 1.000 y 1.400 pesos), casi con seguridad que impactará en los precios de la economía, rompiendo definitivamente el proceso desinflacionario que sostuvo la imagen positiva del Gobierno durante el primer año de gestión. En ese sentido, ambos economistas coincidieron en que "es esperable que para abril y los meses siguientes la inflación se dispare y que haya, consecuentemente, una caída de los salarios". "El rol de los sindicatos para negociar salarios que permitan sostener el poder adquisitivo será fundamental, aunque acordar buenos salarios es también, en cierto modo, inflacionario. Tendremos que esperar para ver que hace el Gobierno al respecto", sentenció Palou.
El Gobierno se juega a todo a nada, en un año electoral en el que se define cuanto poder tendrá en el Congreso para impulsar en los próximos años las reformas más importantes de su agenda: impositiva y previsional. Se trata de reformas que figuran en el acuerdo con el FMI como necesarias para que el plan tenga éxito. La primera tendrá impacto inevitablemente en la recaudación tributaria. Si la pretensión es simplificar el régimen para bajar la presión impositiva, tendrá que, necesariamente, resignar ingresos, al menos al principio. Es ahí en donde empalma la segunda reforma, la del sistema jubilatorio. Las intenciones del Gobierno -y las exigencias del FMI- apuntan a sostener y profundizar el superavit fiscal. Y como el gasto por jubilaciones es por lejos el más oneroso, tiene lógica que apunten a ese sector. Todo esto nos conduce inevitablemente a la siguiente pregunta: ¿El plan de Milei y Caputo es políticamente sostenible? O dicho de otro modo: ¿Están dispuestos los argentinos a soportar los meses de angustia que se vienen por delante a la espera de un supuesto destino mejor? Una pregunta difícil de abordar para un país al que la tierra prometida se le aleja constantemente.