Marcos Daniel Fernández (antes Nélida Fernández), uno de los condenados junto a Susana Acosta por el crimen de Betty Argañaraz, volverá a prisión por incumplir una de las reglas impuestas para su libertad condicional. La jueza Ana Cecilia Escobar ordenó su vuelta a prisión porque Fernández no reside en el domicilio fijado para el cumplimiento de su libertad condicional, ubicado en San Miguel de Tucumán. “Desde julio venimos reclamando que el condenado reside en El Cadillal”, argumentó Gonzalo García, en representación del Ministerio Público Fiscal, quien realizó el pedido de la revocación del beneficio.
El caso es polémico y paradigmático de inicio a fin. Nunca antes el Poder Judicial de Tucumán se había encontrado con un caso similar, de tanta relevancia pública y teniendo que resolver, sobre todo el juzgado de ejecución penal, un sinnúmero de pedidos por parte de las condenadas. Casamiento entre las asesinas, cambio de género, pedidos de salidas transitorias con pericias en contra y, finalmente, varios pedidos de libertad condicional. Además, se trata de uno de los no tan abundantes casos de condena sin cuerpo.
La única certeza de estos casi 19 años es que Nélida Fernández y Susana Acosta asesinaron a "Betty" por una combinación de celos, envidia y codicia. La mataron a golpes en el departamento en el que convivían ambas y se deshicieron del cuerpo de la maestra. En 2009, un tribunal consideró probado el crimen y la responsabilidad de Fernández y Acosta, y las condenó a 20 años de prisión. A 2 años de cumplir la totalidad de la pena, las ex novicias aún sostienen su pacto de silencio, aquel que sellaron el mismo día en que planificaron el homicidio.
"Había preparado todo para que salga todo perfecto ese día, en que ella asumía la dirección del Colegio San Francisco. De repente cambió todo, con esta terrible noticia de que nunca llegó al colegio. Son 18 años de dolor, de mucha incertidumbre, de no poder cerrar una etapa. Lamentablemente, la Justicia no nos dió respuestas a la familia. Su cuerpo nunca fue encontrado, nunca nos la devolvieron a Betty", recordó Liliana, hermana de la maestra, en una charla con este medio.
Durante años Liliana sintió que vulneraban su derecho a la justicia. Con cada medida que solicitaban las ex novicias, y que la Justicia autorizaba, el puñal calaba más hondo en su pecho. En primer lugar, el hecho de que nunca fueran separadas a pesar de ser condenadas fue motivo de muchas noches de insomnio y otros tantos días de guardia en Tribunales reclamando contra “esa injusticia”.
En 2013, Fernández y Acosta se casaron dentro del penal de mujeres y lo celebraron con las otras internas. Dos años después, en noviembre del 2015, Nélida recibió su nuevo documento y desde entonces es conocido legalmente como Marcos Daniel. Ese día, un jueves 12 de noviembre de 2015, Liliana se hizo presente en la puerta de Tribunales para exigir que Marcos sea trasladado a Villa Urquiza, argumentando que desde ese momento la asesina de su hermana es, según su DNI, un hombre.
Como era de esperarse, el pedido fue desestimado por el juez de Ejecución de Sentencia, quien argumentó que de concretarse el traslado ponía en peligro la integridad de Marcos.
Unos años después, y cuando ya habían cumplido unos 16 años de condena, las ex novicias lograron que se les autorizara a realizar salidas transitorias, un beneficio que había sido desestimado en varias ocasiones anteriores. Pero el momento más traumático para Liliana llegó en junio de 2023, cuando la jueza Ana María Iacono resolvió otorgarle la libertad condicional a Susana Acosta, a pesar de la oposición del Ministerio Público Fiscal, que argumentó su postura con informes psicólogicos que desaconsejaban el otorgamiento del beneficio.
La particularidad del caso es que en el mismo momento, y apoyado por los mismos informes psicológicos, se rechazó el otorgamiento del beneficio a Marcos Fernández. Dichas pericias, que citó el MPF para impugnar la decisión sobre Acosta, resaltaban que era importante considerar la implicancia subjetiva a la hora de tomar una decisión. En resumidas cuentas, señalaban que las condenadas no reconocen ser culpables y por lo tanto no tienen arrepentimiento. En otras palabras, el tiempo pasado en prisión no generó el efecto que debería para que puedan reinsertarse en la sociedad.
Y por si fuera poco, en mayo del año pasado, y después de varias idas y vueltas, llegando el caso incluso hasta el ámbito de la Corte Suprema, la jueza Iacono resolvió, de manera sorpresiva, acceder al pedido de libertad condicional de Fernández. La medida fue shockeante para la familia de la víctima, desde donde no entienden como es posible que el caso haya dado un giro de 180 grados en menos de un año, y sin haber mediado ninguna situación de arrepentimiento por parte del asesino.
Este lunes, Liliana tuvo un pequeño momento de alivio. Ni siquiera un triunfo, porque se trató de recuperar algo que no debería haber perdido. Pero tuvo que ser por mentir acerca del lugar de residencia y no por el verdadero motivo que debiera negarle la libertad a las asesinas: falta de remordimiento y arrepentimiento. Tanto Acosta como Fernández nunca los tuvieron. ¿Como puede alguien rehabilitarse si ni siquiera siente culpa por un homicidio?